Diciembre 2001. Argentina es un hervidero. Él estaba en una escuela de barrio, dando una de las tantas manos que tenía, cuando llegaron los policías. Sintió los tiros que provenían desde el fondo. Se hartó de escuchar cómo le tiraban a niños y mujeres. Subió rápidamente al techo y puteó. Aclaró que ahí sólo había chicos. Que no tiren. Que estaban comiendo. Que bajen las armas. Que… Uno de los uniformados no hizo caso. Lo midió bien, gatilló su escopeta Itaka y la bala de plomo se alojó en su tráquea.
Dicen los diarios que murió el Pocho, ese defensor de los derechos laborales, que impulsó de talleres formativos y campañas de concientización sanitarias. Ese vecino que priorizó a sus vecinos ha muerto según jura el diario, la televisión, la radio y la computadora. Las calles de Rosario, con sus esquinas y murales, dicen todo lo contrario.